Tengo una pelea continua con Pedro porque él quiere que escriba acerca de dónde vamos, qué hacemos o qué comemos y bebemos. Pero a mí me gusta escribir de las cosas que me llaman la atención, como este cartel que vi el otro día y que estaba en los laterales de un camión anunciando algo. Me chocó tanto (ahora contaré por qué) que tenía que hablar de él. Si no, no me quedo tranquila.
El cartel anuncia clases de entrenamiento físico y defensa personal. Pero defensa personal ¡en caso de que algún bestia en el cole (bully) te tenga frito! Ahora no recuerdo si en español existe esa palabra, bully, pero sí sé que existe la figura del compañero abusador que no para de molestar al chico más debil de la clase, porque, desde hace varios años, está adquiriendo más importancia en los telediarios españoles (a pesar de que el matón del cole o del barrio ha existido siempre).
Me chocó tanto este cartel porque no creo que esta sea la manera de atajar el problema, ofreciendo clases de defensa personal para defenderte del más fuerte; utilizar la violencia para resolver un problema de violencia. Aunque, si uno lo piensa bien, la filosofía del país es esa, atacar para defenderse. Por otro lado, ¿qué puede hacer uno si no? ¿Cómo te defiendes de quien te hace daño o te mete miedo? Total, que el dichoso cartel me tuvo pensando unas buenas horas sin poder llegar a una conclusión definitiva.
Y me tuvo otro buen rato pensar en cómo protege este país a sus menores. En la tele he visto varios anuncios previniendo a los niños sobre los peligros de quedar con alguien que has conocido por Internet, diciéndoles a los padres que bloqueen la televisión para que no vean los programas que no son para su edad y animándolos a salir a jugar y no estar todo el día viendo la tele. (Ninguno todavía, por cierto, de los peligros de la obesidad infantil). Y no acaba ahí, en la escuela se machacan bastante estos contenidos, aparte de insistir en valores como la tolerancia, el respeto mutuo, el civismo, el agradecimiento, el perdón...
Entonces, ¿cómo es posible que, siendo un país tan cívico, se enseñe a pegar al que te hace daño, a ser el más fuerte y superar todos los obstáculos? ¿No es contradictorio predicar tolerancia y respeto hacia los demás y luego fomentar la violencia y la fuerza personal? ¿Nos es este un país lleno de contradicciones?
Quizás Pedro tenga razón y me tenga que ceñir a contarles todo lo que hacemos, vemos y comemos. Pero, Pedro, es que no puedo...