sábado, noviembre 21, 2009

Segunda foto de objetos típicos americanos


En este caso, no es un objeto, es un lugar. Es el típcio "diner", cafetería/restaurante de carretera en el que te sientas en la barra y te atiende una camarera que te trae un plato gigante. Me hace recordar las "road movies", en las que el personaje principal se sienta comer y siempre hay algún otro personaje que se sienta al lado o cerca y que le da un giro diferente a la película o aporta un dato o una pista nueva al guión.


Este diner, en concreto, está cerca de casa. No es un sitio de super lujo pero vamos a comer allí a menudo; es un sitio confortable, la comida es buena y econónomica y las camareras son amigables, nos conocen ya. Lo mejor de todo, los postres y los habituales que se sientan en la barra.

domingo, noviembre 08, 2009

Paranoia


Esto que me está pasando no es sano. Me lo diría cualquier médico e incluso cualquier persona por la calle. Que lo que tengo se llama paranoia y que es difícil de curar una vez la tienes metida en la cabeza.

Y es que no puedo parar de pensar en el virus de la Gripe A, el H1N1. ¿O será que aquí nadie deja de recordármelo? Folletos informativos en todas partes, alarma en las noticias y la gente que me rodea hablando de ello a todas horas. En mi cole, además, hay varios casos ya.

El caso es que ya he empezado a preocuparme. Mucho. O quizás demasiado. Al estar embarazada entro en el grupo de riesgo y, aunque me asegura la doctora que es difícil tropezarse con un enfermo con alta dosis del virus, podría pasar, Me dice que mi sistema inmunológico es tres veces menos que en condiciones normales y que en la costa este del país, ha habido casos de pneumonía fuerte en embarazadas con Gripe A e incluso varias muertes. Me asegura, de todos modos, que a la bebé no le pasaría nada porque la protege la placenta.

Aún así, me preocupo día y noche. Me preocupo por mi y por mis hijos. Me preocupo por Pedro. Me da miedo que la gente tosa o estornude a mi alrededor y me da miedo tocar los carros de la compra o abrir la puerta de algún baño público con las manos. Me da miedo que los compañeros de clase de mis hijos se toquen entre ellos con manos sucias y llenas de mocos. Me da asco que la gente reparta papeles y folios mojándose el dedo con saliva para luego mojar el papel.

Irónicamente, sobre todo, me preocupa la vacuna. A pesar de haber leído y haberme informado acerca de ella, sigo sin sentirme segura. Me preocupa que mi ginecóloga tuviera dudas un día y semanas más tarde cambiara de opinión. Me llegan correos electrónicos de casos con información que no sé si es errónea, cierta o simples rumores. Me despierto por la noche pensando que si vacuno a mis hijos les saldrá algún tumor más adelante, cuando sean mayores, o qué sé yo... Y no puedo dormir pensando que si se mueren será por mi culpa, por haber sido mala madre y no haberlos vacunado... O que se muera nuestro bebé antes de los seis meses porque no nos vacunamos todos en casa...

No es sano, ya lo sé. Por eso busco soluciones (o más bien prevenciones): tomo vitaminas, como naranjas, me lavo las manos. Aún así, sigo sin poder dormir bien por las noches y maldigo esta gripe dichosa que me ha convertido en una paranoíca sin arreglo.