martes, enero 29, 2008

San Francisco con lluvia

El jueves pasado tuve que ir a San Francisco al consulado español para registrarnos como residentes y, de paso, poder votar por correo en las próximas elecciones. Y nunca deja de fascinarme esta ciudad. La vista de los rascacielos a medida que te vas acercando a ella y la bahía, con el mar intranquilo, gris y Alcatraz de fondo, es deslumbrante y siempre me pone contenta. Aún con lluvia, frío y mal tiempo.

Llovía a cántaros y la gente con sus paraguas saltaba de un lado a otro esquivando charcos o intentando cruzar el semáforo antes de que se ponga en rojo y así no tener que esperar dos o tres minutos bajo la lluvia. Algunos peatones corrían hacia un tranvía y se montaban en él dando un saltito de alivio, contentos de haber esquivado algunas gotas. Y en las calles, esas empinadas calles, el agua corría hacia abajo con la misma prisa que la gente.

Coincidió que también había un poco de niebla que envolvía la ciudad como si la estuviera abrazando, como si fueran uña y carne. Es que, en realidad, son más las veces que hemos visto el Golden Gate o el Fisherman's Wharf con niebla y lluvia que sin ella, aunque en todas las fotos o películas aparezcan radiantes por el sol.

Nos mojamos, Diego y yo, pero no nos importó porque encontramos aparcamiento pronto, resolvimos lo que teníamos que hacer gracias a una funcionaria agradable y eficiente, para variar, y nos dio tiempo de meternos corriendo en una cafetería de dueños orientales y pedir un té. "Uvia", decía Diego todo el tiempo y yo sonreía porque estaba en una ciudad tan impresionante que hasta la lluvia le queda bien.

sábado, enero 19, 2008

Hollywood II


Tengo un vecino que se llama Jim. Vive tres casas más abajo que nosotros y es un tipo de mediana edad, con el pelo canoso pero barba teñida de marrón oscuro. Siempre va vestido de negro y fuma como un carretero (light, eso sí). Lo conocí porque se me presentó un día en el que yo llevaba a Pedro al cole y me contó que antes vivía en Seattle pero ahora, como está separado (¡dos veces!), ha regresado para vivir con su padre. Trabaja, a tiempo partido, en el 7-Eleven, una tienda seudo veinticuatro horas, y por las mañanas lava su coche con un cigarro en la mano o le saca brillo al asta de la bandera americana que tiene en la valla de su jardín.

Poco después de fin de año, tocaron a la puerta de mi casa y era él. Me comentó que no había tenido oportunidad de felicitarme la Navidad. Yo, para ser igual de amable, le pregunté acerca de su nochevieja, si lo había pasado bien y todas esas cosas que se preguntan por compromiso. Me contó que había presenciado una pelea/acuchillamiento/homicidio en la puerta trasera de un bar de copas en el que estaba y que eso le había aguado un poco la noche. Y así acabó la conversación, con agradecimientos y promesas de charlar otro día. Hace dos semanas, me comentó que el periódico que nos reparten todos los días se me moja con la lluvia y que, cuando pasa por mi casa por las mañanas (está intentando hacer ejercicio y camina por el barrio), me lo lleva hasta los escalones de la entrada. Y sé que es cierto porque, aparte de que veo el periódico en mi puerta, el otro día lo vi hacerlo y alejarse de casa mientras yo, en pijama a las 7,13 de la mañana, me sentaba con mi café delante del portátil a leer mi correo.

Bueno, hasta ahora se podría pensar que Jim es amable, un buen vecino. Está solo y sólo quiere hacer nuevos amigos. Pero es que el otro día yo estaba casi afónica´y me crucé con Jim de nuevo. Me oyó hablar (o no) y me dijo que lo sentía mucho, que me mejorara. Y a eso de las dos de la tarde, tocaron en mi puerta. Era Jim, con dos paquetes de caramelos Ricola y una bote de vitaminas. Esta vez estaba yo sola en casa, con Diego durmiendo y me entró, debo admitirlo, un pequeño escalofrío por la espalda.

Y es que Hollywood tiene la culpa de que yo piense que Jim no es simplemente un tío amable sino un psicópata asesino en serie que me quiere secuestrar para torturarme y luego descuartizarme en el sotano de su casa. Tras unas semanas de sufrimiento, en las que habré adelagazado veinte kilos (la única parte feliz de mi película) y tras consultar con Hannibal Lecter, vendrá el FBI a rescatarme, detendrán a Jim y le leerán sus derechos antes de meterlo, empujándole la cabeza y esposado, en el coche de policía.

Así que, ahora, cada vez que me cruzo a Jim de camino al cole, pienso que es injusto que Hollywood me haya hecho cogerle manía y, quizás un poco de respeto, al pobre hombre que me trae medicinas y el periódico.

¿Quízás podría demandar a Hollywood? Habría un gran juicio y yo testificaría y mi abogado sería guapísimo y...

miércoles, enero 16, 2008

domingo, enero 13, 2008

Entretenimiento


El viernes por la noche fuimos a un partido de la NBA: Golden State Warriors (el equipo de aquí) contra los Memphis Grizzlies (el equipo de Gasol y Navarro). Evidentemente, nosotros fuimos a apoyar a los jugadores españoles pero no hubo manera de hacerlo sin el riesgo de perder la vida de un botellazo o una paliza. Porque, ¿a quién se le ocurre ir a animar al equipo visitante en el estadio del equipo de casa? Así que limitamos las ovaciones a asentir con los puños cada vez que Gasol metía canasta y a mordernos los labios de rabia cuando los Warriors derrotaron a los Grizzlies por ocho puntos.

Anoche, sábado, cine otra vez. Esta vez fui yo con unas amigas a ver El Orfanato y del susto que pasamos se me helaron los pies. ¿O quizás sería porque el aire acondicionado de la sala estaba a todo meter? Me gustó mucho pero me parece que, ahora, cualquier cosa que vea en el cine me parece buena. Como voy tan poco...

Y hoy Chuckee Cheese's con los niños. Se trata de un sitio que parece un "arcade" para niños, con maquinitas de juegos, mini air hockeys, canastas de triples, toboganes, bolas... Allí hemos comido una pizza muy rica y vegetariana (dentro de lo vegetariano que puede ser una pizza) con la que te dan unos "tokens" para que los niños metan en las maquinitas. La verdad es que no es un sitio que a mí me guste mucho, porque parece un casino infantil, pero sí es cierto que los niños se lo pasan genial y los entretiene cuando los parques están mojados y embarrados y los miles de juguetes que trajeron Papá Noel y los Reyes no son suficiente para que pasemos un rato tranquilos.

Igual en Tenerife o en Las Palmas nos hubiésemos contentado con estar en casa de uno u otros abuelos, con nuestros hermanos, hermanas y cuñadas sin hacer nada más que charlar y ver la tele. Y es que el estar solos aquí nos obliga a salir y buscar cosas que hacer para no morirnos de nostalgia. El fin de semana que viene, al acuario de Monterey y a pensar en más actividades que nos mantengan entretenidos.

lunes, enero 07, 2008

De Oriente a California


Dice el diccionario de la RAE que las tradiciones son las doctrinas, ritos y costumbres conservadas en un pueblo y que se trasmiten de generación en generación, de padres a hijos. Y, aunque estemos en otro pueblo que no sea el nuestro, no debemos, ni como padres ni como parte de nuestro pueblo, ignorar la costumbre de celebrar la llegada de los Reyes Magos el 5 de enero por la noche. Que tienen que venir los Reyes, vaya. Aunque estemos en California.


Así que el sábado por la noche, como el resto de España (en realidad, ocho horas más tarde que el resto del país), colocamos nuestro zapato debajo del árbol, le pusimos agua a los camellos, unos polvorones al los hambrientos Reyes y nos fuimos a la cama con más ilusión que nunca. Y, a pesar de que Papá Noel (Santa, como dicen aquí) fue la estrella de esta Navidades, Melchor, Gaspar y Baltasar pusieron su granito de arena español. Hubo unos regalitos para los niños (para los mayores no; no está el horno para bollos) y mucha alegría porque ¡los camellos se bebieron el agua que les servimos!


El domingo por la tarde, a las cuatro, nos reunimos con la Asociación de Españoles de Silicon Valley (AESV) y para deleite de los niños los tres Reyes Magos hicieron una aparición sorpresa pero estelar en un local que alquiló dicha asociación en la Universidad de Stanford. Trajeron sacos de regalos (que los papis compraron, por supuesto) y los repartieron entre todos los niños presentes. Luego bebimos chocolate caliente y comimos roscón de Reyes, elaborado en bastantes panaderías mejicanas.


Fue un fin de semana bonito, muy casero y cotidiano de las fiestas navideñas y, si no fuera porque no estaba en casa de mis padres en Las Palmas, jamás me hubiese dado cuenta de que estaba en un país que no festeja la llegada de los Reyes Magos a ver al niño. Y mis hijos nunca podrán decir que sus padres los americanizaron puesto que, siempre, todos los 5 de enero, vendrán los Reyes a verlos a ellos.

domingo, enero 06, 2008

Contando Lluvia




En estos días, parece que lo único que hemos hecho ha sido contar lluvia, como el título del blog. Hemos tenido una tormenta increíble, con tifón incluído. ¡Hasta hemos salido en el Telediario! Si es que todo pasa en California, como me dijo una amiga una vez: incendios, tormentas, terremotos, ex-actores gobernando... Todo pasa y no pasa nada, en realidad, porque nosotros sólo hemos visto llover y no hemos podido salir ni hacer nada con los niños más que estar en casa contando lluvia, contándoles lluvia y sacando fotos, para que vean lo bonito que se ve mi jardín mojado.

jueves, enero 03, 2008

Feliz 2008


A lo mejor aquí me pueden decir qué tal nos va a ir este nuevo año que comienza. ¡Feliz 2008!