miércoles, marzo 26, 2008

Después de darle muchas vueltas, he llegado a la conclusión de que todo en esta vida se reduce a ser feliz o intentar hacer felices a los que quieres. Los días pasan - rápido - y, la mayoría de las veces, no encontramos sentido a muchas de las cosas que hacemos en el día a día. Pero sí tienen sentido y es intentar hacer que las pequeñas cosas y detalles de ese día a día te llenen de felicidad a ti y a los que te rodean. Y, si bien no siempre tiene que colmar la felicidad, por lo menos que los días sean agradables y placenteros.

Hoy, a la hora de la siesta, Diego no se quería dormir y estuvo dando vueltas en su cama pequeña, hablando solo y dando golpes a la pared con los pies. Harta de oírlo y sabiendo que ya ni siquiera yo podría cerrar los ojos diez minutos ese mediodía, lo saqué de su encierro. Estuvo pintando y hablando con su lengüita de trapo hasta que le entró sueño, se tumbó conmigo y entre caricias y achuchones se quedó dormido en mis brazos. Al ratito, Pedro vino a pedirme desodorante, porque había visto que su papi se lo ponía y que olía bien. Ninguna explicación de que él no lo necesita porque no suda tanto como para oler a gimnasio sin ventilación lo disuadió. Su carita, al oir el spray y levantar el brazo para olerse no se olvida fácilmente.

A media tarde, salimos los tres al jardín. Hacía un poco de fresco y nos pusimos unas rebecas pero, aún así, se nos sonrojaron las mejillas enseguida y los ojitos de Diego brillaban, expectantes, esperando a ver qué íbamos a hacer. Mientras, Pedro hablaba sin parar, contándome que en el patio del cole había hecho "chocolate" con agua, barro y un palo. Un ratito antes me había contado que ya había llegado la primavera y que, en el cole también, había plantado unas semillas de melón. Así que decidimos salir a plantar garbanzos y judías pintas. Y a hacer chocolate, por qué no.

Una fiesta sopresa de cumpleaños (la mía, planeada por Pedro desde hace tres semanas), un ramo de flores inesperado, las judías de Pedrito o las caricias para Diego, un desodorante, una llamada, simplemente por ver cómo estás, un lienzo en el buzón o café canario y un Semana en un sobre verde de Correos... Todo, todo eso somos todos nosotros tratando de ser felices.

3 comentarios:

MªJose dijo...

¡Bienvenida Mayte a la realidad de la vida!
Pienso, como tu,que la felicidad está en todas esas cosas que pasan tan desapercibidas la mayor parte de las veces cuando deseamos que nos regale la vida grandes cosas y ocasiones.
Me alegra que puedas disfrutar del día a día de tus enanos, siendo consciente que te dan lo mejor de ellos:Su inocencia.
Un fuerte abrazo por tu cumple,aunque con retraso ...Sabes que para las fechas soy un desastre...:-(((
Prima Pepa...;-)

Susana dijo...

También se encuentra esa felicidad en un babero hecho de punto de cruz hecho a mano, en un ambientador con olor a jabón de Marsella, una cortina de Winnie the Pooh, o una patada inesperada en los entresijos.

alicia dijo...

Una entrada preciosa...¡VERDADERAMENTE TIENES TALENTO!... pero, todavía más importante, un corazón capaz de querer. Me has emocionado. Besos: Alicia