Hace unos días leí una entrada del blog de mi amiga Alicia Barajas, http://sinkuenta.blogspot.com/, titulada "Yo tengo un tío en América". En ella, Alicia cuenta cómo su tío y su mujer emigraron a Los Ángeles por buscar una nueva experiencia o aventura. Su tío encontró un buen trabajo como patólogo en UCLA, sus hijos nacieron allí y allí hicieron su vida, a pesar de añorar su tierra y a su familia y amigos en Tenerife.
En definitiva, lo que me impresionó a mí es el hecho de que se quedaron allí. Para siempre. Fueron a la aventura y nunca regresaron a su casa. Las cosas les iban bien y decidieron quedarse. Los tíos de América no volvieron.
Muchas veces me pregunto si nosotros seremos "los tíos de América". Por ahora, las cosas nos van bien aquí. Los dos, afortunadamente, tenemos dos buenos trabajos que no peligran, los niños hablan inglés ya con bastante soltura y hemos encontrado actividades y ocio que nos mantienen ocupados casi todos los fines de semana. El único precio que pagamos por vivir razonablemente bien es lo que dejamos atrás: la familia y los amigos.
Es por esa razón que siempre vivimos con la esperanza de que volveremos a casa dentro de un tiempo, de unos años. Pero, ¿y si no volvemos? ¿Y si estamos tan cómodos aquí que ya no nos atrae lo de allí? ¿Y si vamos perdiendo los lazos que nos atan allá...?
Ya tengo los billetes comprados para irnos a casa este verano. Los tíos de América vuelven a casa. Por lo menos, este año seguro.