jueves, febrero 19, 2009

Los niños de mi clase





Doy clase, todo en inglés, a niños de tercero de primaria (third grade) en una escuela pública y en uno de los barrios más pobres y peligrosos de San Jose, California. Estoy en una de las dieciséis escuelas de un distrito escolar de una comunidad casi 95% hispana y que comparte aceras y supermercados con otra pequeña comunidad asiática formada por gente de Vietnam, Filipinas, Laos o Camboya. Es una zona de bandas, la gran mayoría vive sin papeles, se muda constantemente e incluso se vuelve a Méjico si la cosa no va bien y vuelve a intentar entrar en el país a los meses de haberse ido. Los que, por fin, han podido regularizar su situación, tras una larga espera de años, pueden viajar y volver a ver a sus familias después de mucho tiempo.

Muchos de mis niños crecen en un ambiente de sólo español en casa y no han nunca ido a una guardería o prescolar porque no pueden permitírselo. De manera que, cuando entran en Kinder, no saben hablar inglés ni conocen la rutina de la escuela. A muchos les acaban de quitar el pañal (sí, aquí la gente tarda mucho) o no han abierto un libro en su vida (cuando ambos padres tienen dos trabajos para salir adelante ¿quién tiene tiempo de sentarse a leer? Es más, muchos de los papás y mamás de mis niños no han acabado la escuela ellos mismos).

No hablan bien inglés. Les cuesta conjugar algunos verbos, les falta vocabulario y cambian al español (u otro idioma) inmediatamente si no pueden expresar lo que quieren decir o saben que tú también hablas español. Por esa misma razón, les cuesta leer en inglés y muchos no leen a su nivel. Con las matemáticas lo tienen menos crudo, hasta que se topan con algún "word problem", o problema matemático (los típicos de toda la vida: "Si Juan tiene cuatro ovejas y vende una..."), que no pueden resolver porque les cuesta leer la información.

El gobierno de cada estado (y, por tanto, el de California) está obligado, gracias a ley de Bush del 2001, "No Child Left Behind", a examinar a los alumnos de algunos grados en todas las escuelas y, dependiendo de los resultados, recibir mayor o menor subvención por parte del gobierno federal destinada educación. Por esta razón, estas escuelas tan "pobres" se ven sometidas a presión por todos los lados para mejorar los resultados de los exámenes. Pero, por mucho que lo intentemos los maestros (cursillos, técnicas nuevas de enseñanza y aprendizaje), los números/resultados (scores) no suben.

Sin embargo, mis niños no faltan ningún día al cole. Les encanta aprender, jugar, charlar con sus compañeros y siempre tienen una sonrisa de oreja a oreja, a pesar de que vivan tres familias en su misma casa, no tengan para celebrar la navidad o tengan a un padre recién deportado. Todas las mañanas me reciben con ganas de contarme mil cosas, "Mrs. Pons, guess where I go yesterday?!" (¿Advina dónde "voy" ayer?) o "I did my homework but I forgot" (Hice la tarea pero me olvidé...) y yo pienso, con una sonrisa, que va a ser un día largo con este grupo tan parlanchín.

Y, a pesar de que los resultados de los exámanes no sean lo que el estado o uno quisiera, estos niños saben sumar y restar, multiplicar y dividir (¡estas dos últimas cosas se las he enseñado yo este año!), pueden leer a nivel bastante básico y, muchos ya, a nivel de su grado. Saben lo necesario para salir adelante, pasar a cuarto y, en unos años, para ir a la universidad. Para hacer lo que se propongan y alcanzar el sueño americano, como quisieron sus padres.

Son los niños de mi clase.

4 comentarios:

alicia barajas dijo...

mayte, mi enhorabuena por la hermosa labor que estás llevando a cabo con esos niños!! Estoy segura de que guardarán un trocito de tí en su corazón cuando crezcan. Un abrazo

Berna. FCO. RGUEZ. dijo...

Me gustan los finales optimistas, como éste. Me ha emocionado esta entrada.
Un beso enorme.

Eugenia dijo...

Qué bonita visión, Maite. Como dice tu amigo Berna, es optimista.
Mientras la leía pensaba en nuestra administración educativa. Los informes PISA dan unos resultados nefastos sobre España. Así que para "quedar bien" en los próximos, lo que haremos será bajar el listón para que haya mejores notas. Bueno, al menos eso pretenden. Espero que aprendamos de Finlandia y coloquemos todo de nuevo en su lugar. Allí un profesor es tan respetado y tiene tanto prestigio como un arquitecto o ingeniero. Igualito que nosotros, ¿verdad? (Aunque los profes de Escuelas de Idiomas aún no podemos quejarnos mucho, gracias a dios.)

Susana dijo...

Esta semana que hoy acaba me he enterado que en el cole donde estuve el año pasado me quieren de vuelta porque mis niños sacaron buena nota en el dichoso examen estatal. Y aunque me alegra que lo hicieran, me da pena que eso sea lo que les mueva a quererme de vuelta. Preferiría que me dijeran que me quieren porque mis niños también me cuentan sus cosas, y los padres, porque mi clase se convirtió en un lugar especial para ellos durante ese curso y no en una mera "fábrica de high scorers, proficient y advanced students", pero parece ser que eso es lo que prima aquí.