sábado, septiembre 29, 2007



Tengo una pelea continua con Pedro porque él quiere que escriba acerca de dónde vamos, qué hacemos o qué comemos y bebemos. Pero a mí me gusta escribir de las cosas que me llaman la atención, como este cartel que vi el otro día y que estaba en los laterales de un camión anunciando algo. Me chocó tanto (ahora contaré por qué) que tenía que hablar de él. Si no, no me quedo tranquila.

El cartel anuncia clases de entrenamiento físico y defensa personal. Pero defensa personal ¡en caso de que algún bestia en el cole (bully) te tenga frito! Ahora no recuerdo si en español existe esa palabra, bully, pero sí sé que existe la figura del compañero abusador que no para de molestar al chico más debil de la clase, porque, desde hace varios años, está adquiriendo más importancia en los telediarios españoles (a pesar de que el matón del cole o del barrio ha existido siempre).

Me chocó tanto este cartel porque no creo que esta sea la manera de atajar el problema, ofreciendo clases de defensa personal para defenderte del más fuerte; utilizar la violencia para resolver un problema de violencia. Aunque, si uno lo piensa bien, la filosofía del país es esa, atacar para defenderse. Por otro lado, ¿qué puede hacer uno si no? ¿Cómo te defiendes de quien te hace daño o te mete miedo? Total, que el dichoso cartel me tuvo pensando unas buenas horas sin poder llegar a una conclusión definitiva.

Y me tuvo otro buen rato pensar en cómo protege este país a sus menores. En la tele he visto varios anuncios previniendo a los niños sobre los peligros de quedar con alguien que has conocido por Internet, diciéndoles a los padres que bloqueen la televisión para que no vean los programas que no son para su edad y animándolos a salir a jugar y no estar todo el día viendo la tele. (Ninguno todavía, por cierto, de los peligros de la obesidad infantil). Y no acaba ahí, en la escuela se machacan bastante estos contenidos, aparte de insistir en valores como la tolerancia, el respeto mutuo, el civismo, el agradecimiento, el perdón...

Entonces, ¿cómo es posible que, siendo un país tan cívico, se enseñe a pegar al que te hace daño, a ser el más fuerte y superar todos los obstáculos? ¿No es contradictorio predicar tolerancia y respeto hacia los demás y luego fomentar la violencia y la fuerza personal? ¿Nos es este un país lleno de contradicciones?

Quizás Pedro tenga razón y me tenga que ceñir a contarles todo lo que hacemos, vemos y comemos. Pero, Pedro, es que no puedo...

martes, septiembre 25, 2007

Melting Pot


Hace un par de días conocí a un chico iraní que estaba a punto de casarse (o prometido, como dicen aquí) con una chica china. En el mes que llevamos aquí hemos conocido a otras parejas del mismo estilo: madrileña casada con un vietnamita (esta pareja son viejos y buenos amigos), un argentino y una mejicana y una chica china con su marido hindú. Todas las parejas se comunican en inglés (incluso el argentino y la mejicana, aunque parezca extraño) entre ellos y es muy divertido ver cómo en casa de alguno el sábado se preparan kebabs en la barbacoa y el domingo se hacen enchiladas. O que discutan entre ellos inglés pero luego los oigas murmurando en su idioma cuando se dan la vuelta. Y ver los libros en la estantería en varios idiomas u oirles hacer el esfuerzo de hablar el idioma de su pareja.


Y, aunque el término "melting pot" se usó a principio de siglo para describir a la cantidad ingente de inmigrantes de distintas nacionalidades que entró en este país y luego creó la nueva nacionalidad americana, hoy en día sigue pasando exactamente lo mismo. Aquí hay inmigrantes de todas partes del mundo y cada historia es un mundo, no siempre con final feliz. Pero aquí comienzan su nueva vida, conocen a sus parejas y no importa lo diferentes que sean sus culturas ni cómo hayan llegado porque tienen en común el país en el que estudian, trabajan y viven. Y, más importante aún, tienen una vida por delante en común.


Ojalá fuera el mundo más "melting pot" de lo que es ahora y se vieran más parejas multiculturales. Me gusta verlos de manos por la calle, hablar con sus hijos en una mezcla de dos o tres idiomas. Me gusta que me cuenten cómo se las apañan para entenderse entre ellos o con sus suegros. Y, sobre todo, me gustaría saber, por ejemplo, cómo hace un vietnamita una paella.

jueves, septiembre 20, 2007

Casa con jardín y garaje

Mucha gente me ha preguntado varias veces si las casas americanas son como salen en la películas y la respuesta es siempre, sí. Exactamente igual que las que salen en las películas. Todas tienen su garaje en la entrada (para uno o dos coches), jardín delantero y jardín trasero vallado. Todas las ventanas del salón dan para el jardín delantero y todas las habitaciones dan para el jardín trasero. Todas tienen un buzón en la puerta y el número de la casa cerca.

Entonces, ¿Cómo se distinguen la una de la otra? ¿Cómo entras en la tuya sin meterte en la del vecino por error? Y es que, después de analizar este asunto y de mucha observación por las "streets, avenues, lanes, drives, y courts" (algo así como calles, avenidas, paseos, caminos, rondas, ramblas...) he llegado a la conclusión de que son todas diferentes. Algunas cambian en el color, otras tienen arbolitos en la entrada, otras una chimenea en el tejado, el césped bien cuidado a la entrada, una cancha de baloncesto. Algunas tienen porche, otras gravilla, el buzón fuera (con su banderita y todo), macetas, plantas, enanos, molinitos, veletas, banderas americanas...

Y no hablemos cuando llega el Cuatro de Julio, Halloween, Thanksgiving o Navidad. Todas se decoran con todo tipo de abalorios que visten no sólo la casa sino el barrio entero. A veces, hay algunas realmente exageradas y cursis pero, en general, todas compiten por distinguirse entre las demás y no ser sólo una casa más de la calle o el vecindario.

Esta es la nuestra. Es muy normalita, con su jardín delantero y trasero y su puerta del garaje. La verdad es que, tengo que admitir, me he equivocado varias veces al acercarme a ella buscando mi garaje pero ya verán, ya verán cuando se acerque Halloween.

miércoles, septiembre 19, 2007


Ahhh... Las pequeñas alegrías...

lunes, septiembre 17, 2007

El día de Pedro




Pedro cumplió ayer 35 años y lo celebramos muy tranquilamente, por la mañana en la piscina y por la tarde de paseo. Le cantamos "Cumpleaños feliz" y sopló una única velita, que eligió Pedrito porque era de sus dibujos favoritos ahora, http://www.nick.com/shows/spongebob_squarepants/index.jhtml. Al final del día, estuvimos hablando de que, a medida que pasan los años, los cumpleaños pasan como un día cualquiera, casi sin pena ni gloria, y parece que a veces disfrutas más preparando y celebrando el de otros que el tuyo mismo. Con los niños en casa, ya los cumpleaños importantes son los de ellos y no prepararles una gran fiesta, poner globos, música, comprar una piñata y tarta y jugar al juego de las sillas sería malvado.



Aún así, creo que fue un día especial para el papi, porque tiene una barbacoa enorme para el nuevo jardín y porque condujo por primera vez la furgoneta de siete plazas. Sí, como oyen, Pedro al volante. Lo lleva muy bien, como si hubiese estado conduciendo toda la vida y la verdad es que es un alivio poder sentarme en el asiento del copiloto y darle gritos a los pasajeros o meterme con el conductor. Y, aunque a veces pase miedo porque me da la sensación de que va muy rápido o de que no va a frenar a tiempo, seguro que a él no se le olvida ponerle gasolina al coche.

sábado, septiembre 15, 2007

Low Fuel

Ayer al mediodía nos pasó una cosa de película y es que nos quedamos sin gasolina en medio de una expressway, una carretera con tres carriles, similar a una autovía muy larga pero con semáforos. A mí nunca me había pasado esto de quedarme sin gasolina, siempre procuro que el depósito no se vacíe del todo y que no marque nunca que está en reserva. Si, por alguna razón, sí marca reserva voy volando a la gasolinera a llenar el tanque. Pero, como aquí las distancias son tan largas, piensas, "Ahora voy, seguro que aguanta un poco más..." y, además, cuando por fin te decides a ir sin que te suponga un trastorno de los planes del día, piensas que vas a llegar a la gasolinera en un momentito. Sin embargo, lo que son diez minutos en ciudad en España es muy poco (pocos kilómetros) pero aquí diez minutos conduciendo son bastantes kilómetros y mucha, mucha gasolina. Así que me dejé ir y como la había puesto casi $60 de gasolina hacía muy poco, pensé que me duraría para siempre. Pues no. No sólo no duró para siempre sino que nos dejó tirados en medio de la expressway, en un semáforo, justo cuando cambió a verde.

Pues ahí, con el coche parado, en medio de tres carriles de tráfico constante estuvimos casi dos horas, esperando a que viniera un amigo de Pedro, lo llevara a la gasolinera más cercana, compraran gasolina, la trajeran, llenaran el tanque, y viendo cómo no se ponía el coche en marcha porque necesitaba más gasolina. Volvieron a la gasolinera, compraron más y, por fin, logramos poner el coche en marcha. Mientras tanto, llegaron dos coches de policía de la autopista, highway patrol, para ver qué nos había pasado y recomendarnos que empujáramos el coche hacia el arcén, cosa que resultó un poco difícil puesto que el coche que tenemos de alquiler es una furgoneta de siete plazas que pesa un egg.


Al final todo se arregló pero el mal rato que pasamos no se lo deseo a nadie y sólo pensar que el coche se podía haber quedado sin gasolina en algún lugar tipo Salem o el pueblo de la matanza de Tejas, me entran escalofríos...

miércoles, septiembre 12, 2007

¿Qué demonios es esto?

Hace una semana me di cuenta de que el suelo de la cocina, aparte de los baños, donde único no hay moqueta en este apartamento, estaba un poco sucio y ya era hora de lavarlo; después de todo, ya llevamos dos semanas viviendo aquí y mis suelos en casa se lavan una vez en semana (si no hay percance infantil de por medio, claro). Pero, como estábamos tan ocupados haciendo cosas más importantes (abrir la cuenta bancaria, apuntar al niño en el cole, ir a tráfico a por las "licencias" de conducir...), me dio pereza y decidí dejarlo para cuando realmente no aguantara más. Y eso ha sido hoy. Y resulta que, cuando voy a buscar una fregona y un cubo, me encuentro con este aparato que debe de ser la venganza de algún ingeniero a su empresa por alguna faena que le hicieron. Ni idea de cómo usar este palo con palanca ni de por qué el cubo no tiene escurridor. Lo de que no tiene escurridor lo descubrí luego y es que ¡la fregona se escurre sola! Es decir, la parte azul hay que mojarla en agua tibia para que se reblandezca (es dura como una piedra) y subir y bajar la palanca, que es la que escurre la parte azul. Un follón, vaya, que me tuvo murmurando y maldiciendo diez minutos hasta que le cogí el truquillo. Cómo se nota que esta gente ha tenido moqueta siempre y no sabe qué es lavar las baldosas de casa de mi madre.

domingo, septiembre 09, 2007










Esta mañana he ido a visitar cuatro casas para alquilar (las hemos buscado en una página web, http://www.craigslist.com/ que se parece mucho a un El Baúl online). Hemos decidido que queremos una casa con jardín, de esas de las películas, porque ya que vamos a estar aquí un par de años, por lo menos que sea lo más parecido a vivir "the American way of life". Además pensamos que a los niños les gustará jugar en el jardín trasero (backyard) ya que, en Tenerife, vivimos en piso. También me imagino a Pedro con su delantal, espumadera y barbacoa llena de hamburguesas y eso me pone contenta porque me da un poco de risa
Aquí ocurre una cosa muy curiosa a la hora de alquilar o vender una casa y es lo siguiente: el dueño organiza una cosa que se llama Open House a una determinada hora y el interesado acude, junto con más competidores, a visitar la casa. Si uno está interesado, rellena un formulario en forma de petición en el que le facilita al dueño su información personal (documento de identidad, datos del sueldo, posición económica...). Una vez reunidos los formularios de los interesados y habiendo hecho las necesarias comprobaciones, ¡el dueño elige al inquilino o comprador!
Pero esto no es lo más difícil. Lo difícil es elegirla porque, en esta zona de California, aparte de caras (las pasables no bajan de $1800), son viejas y están muy descuidadas. Y luego ninguna está completa del todo. Me explico, si la casa es mona, está un barrio marginal o si el barrio es bueno, la casa no la han reformado desde el año cuarenta. A veces coinciden dos cosas buenas, como la casa y el barrio aceptables pero luego el jardín parece un cementerio de animales. En definitiva, que si esperaba encontrar una casa de las de Mujeres Desesperadas en Wisteria Lane, no me queda nada.
Así que seguimos buscando y acudiendo a las Open Houses a ver si encontramos la casita de perfecta en la que pasar esto años de exilio voluntario. Esta tarde voy a ver dos más pero, mientras tanto, aquí van unas fotos de nuestro apartamento temporal (que aquí llaman condominium).

viernes, septiembre 07, 2007




Yo aprendí inglés de pequeña, de la misma manera y a la misma vez que aprendía el español. Es más, mi madre me cuenta que aprendí a leer en inglés antes que en español. Por eso, porque fue un proceso tan fácil y natural, siempre he pensado que la mejor manera de aprender un segundo idioma (después de la EOI, claro) es la inmersión total. Existen miles de estudios que lo afirman y, como dije antes, yo misma lo he vivido y puedo asegurar que funciona (me recuerdo al Profesor Mauri ese de la radio).
Sin embargo, cuando el martes llevé a mi hijo Pedro a su primer día de prescolar, http://www.mydreamacademy.com/, salí del centro casi llorando. Se me parte el corazón pensar que mi niño está en un sitio donde no entiende ni jota ni a su maestra (una chica hindú encantadora que se llama Vaishali) ni a sus compañeros (entre los cuales hay un niño francés en la misma situación que Pedro). Y se me parte el corazón pensar que mi hijo, un niño que no para de hablar desde que se levanta a las ocho de la mañana hasta que se acuesta a las diez de la noche y que usa palabras como "disgustado" o "recorrido", no pueda decir sino thank you y excuse me (palabras que yo le he enseñado en estos días) para comunicarse mientras está allí.
Así que, como profesora de inglés casi bilingüe, me mentalizo todos los días de que esto es lo mejor para Pedro, que no es traumático (no recuerdo que para mí lo fuera), que en dos o tres meses ya se estará comunicando porque es más listo que un rayo y que aprender inglés a esta edad es como aprender a montar en bici. Pero como madre, todos los días lloro por dentro cuando entro en su clase, su maestra lo saluda y él me mira con ojitos asustados como preguntándome dónde demonios lo voy a dejar y pidiéndome que no me vaya.

martes, septiembre 04, 2007




Hoy he ido al supermercado por tercera vez esta semana y es que no calculo todavía qué cosas necesito y qué me falta. En mi casa de Tenerife ya tenía las cosas básicas para cocinar: aceite, vinagre, sal, pimienta, harina... En definitiva, las herramientas para cocinar. Pero aquí no tengo nada, ni siquiera especias para poder darle sabor a las cosas. Así que me voy acordando poco a poco de que no tengo laurel, pimentón u orégano y lo voy comprando según lo voy necesitando.
Pero me pierdo en estos supermercados porque, aunque sólo entras a comprar lo necesario, la oferta es tan variada que ya no sabes qué artículo coger ni, en realidad, al cabo de un rato, qué has venido a buscar. Los ojos saltan de un lado a otro, desde la comida asiática hasta la mejicana, desde los platos precocinados (almuerzos enteros en bandejas para el microondas y para ver delante del televisor), hasta los congelados (helados de miles de sabores, más comida preparada y ¡hasta zumo congelado!) pasando por la bollería (donuts, muffins, brownies, bagels...), repostería y zona de galletas. Vas a elegir una bolsa de papas fritas y tienes un pasillo ENTERO de papas fritas (al punto de sal, a la barbacoa, al a pimienta, al queso - cheddar amarillo, cheddar blanco, gouda, parmesano - al limón...) con su correspondiente estante de salsas para mojar las papas fritas (los "dips", los llaman).
Lo malo de tener una oferta tan variada es que invita a meter miles de cosas nuevas y apetecibles en el carro de la compra. Y, si además te gusta comer y probar cosas distintas en materia culinaria, lo malo es que terminas comiéndotelo todo una vez lo tienes en la despensa y/o nevera.
Supongo que, una vez pasada la novedad de comida distinta y guarrerías varias, podremos ir al supermercado sólo a comprar aceite. Miraremos las comidas preparadas con desconfianza y le haremos ascos a los donuts gigantes rellenos de frambuesa. Echaremos de menos las papas al jamón serrano y el Cola Cao e iremos directos a la verdura y legumbres para comprar los ingredientes de unas buenas lentejas. Y de postre, plátanos.

sábado, septiembre 01, 2007

Si es que lo que no inventen los americanos... Fíjense qué camioncito le han puesto al carro de la compra para poder hacerla sin que los nenes te den mucho la lata. ¿Se imaginan uno de estos en Hiperdino? Ya me imagino las peleas por conseguir uno y las marujas protestando, "¡Cuidado, mi niña, que casi me das en la canilla y estoy recién operada!".
A ver si creo un espacio de inventos originales y los voy poniendo porque merece la pena comentarlos. Ah y, por cierto, si alguna mami quiere uno de estos, ya sabe, se los mando por mensajero...